miércoles, 14 de abril de 2010

Las Filipinas: un lugar para recuperar fuerza, fé y reafirmar nuestros motivos

Mapa del viaje. (hacer click para agrandar imagen)



A unos días de haber dejado Las Filipinas los sentimientos encontrados comenzaron a irrumpir. Por un lado ambos estábamos emocionados por conocer China y sus tradiciones milenarias que combinadas con un creciente desarrollo nos abrían las puertas a una experiencia con mucho valor para nosotros dos a estas alturas del viaje, pero lo más importante: la gente que estábamos por conocer, reencontrar y por compartir. Pero por otro lado, la nostalgia de ir despidiéndonos de Las Filipinas, país y gente que nos dio tanto, llenó sin duda nuestro corazón de un sentimiento de tristeza, pero sobre todo de agradecimiento.
En Las Filipinas recuperamos fuerzas, llenamos nuestra mochila de experiencias, colores y relaciones humanas, pero sobre todo recuperamos la esperanza gracias a la gente que trabaja poniendo su granito de arena para que otro mundo sea posible. Gente de PBAZ, Education for Life Foundation (http://educforlife.org/) y Stairway Foundation (http://www.stairwayfoundation.org/) … ¡Gracias!
Durante nuestra estancia en este país, estuvimos colaborando con diferentes organizaciones, es por eso que en esta entrada decidimos dejar que las imágenes (producto de nuestro trabajo) hablen por nosotros.


PBAZ y Education for Life Fundation

Desde nuestra llegada, la gente de ELF nos recibió de la manera más atenta ofreciendonos frutas y comida tradicional filipina, pero sobre todo, abriendonos las puertas a una comunidad indigena de Aetas, donde estuvimos por una semana tomando fotos y conviviendo con ellos. En un afán de no sólo obtener algo de la comunidad, pusimos sobre la mesa nuestras caracterísitcas y habilidades profesionales para hacer algo que regresara el favor que nos estaban haciendo. Ellos pidieron y nosotros hicimos lo mejor que pudimos para complacerlos.

Juan tomó unas fotografías de plantas endémicas pero bajo el entendido de que esta información es confidencial, todas las fotos fueron borradas después de haber sido entregadas, lo que hace imposible compartires esa parte de su trabajo. No obstante, lo que a mi me tocó hacer para ellos es posible compartirlo y consta simplemente de un par de brochures: uno sobre la Grupo Lakas y una campaña política para "Tubag" un miembro de esta comunidad que empieza su carrera en la política.

Brochure para PBAZ

Brochure de campaña política para "Tubag"


Stairway Fundation Inc

Tres semanas fantásticas trabajando en un escenario privilegiado a las orillas del mar con la gran Familia Stairway, nos inspiraron a dejar esto detrás :






En estos slide shows Juan Carlos capturó el espíritu de "I care", unos campamentos en los cuales los niños de la Escuela Internacional de Manila y de Cairo interactuan con los niños de Stairway. En mejores palabras una descripción hecha por una linda voluntaria danesa: Anna Heckscher (http://bit.ly/I-care-Anna-Heckscher)


Durante nuestra estancia en Stairway Fundation, tuve la oportunidad de desarrollar e implementar un nuevo sistema para el manejo de residuos sólidos de la fundación. El resultado fue bastante satisfactorio para ambas partes, pero sobre todo para mi, que en el contacto cercano con el equipo de trabajo y los niños de Starway, aprendí mucho y llené mi corazón de todas las sonrisas e historias que se fueron compartiendo y que al final de la experiencia, son recuerdos inspiradores para seguir haciendo pequeños esfuerzos para un mundo mejor.(www.bit.ly/aFYAN6)






Los niños de Stairway trabajando en los talleres de reciclaje creativo.




jueves, 4 de marzo de 2010

From The Philippines, she es Ana, the ninth girl.


Northwest Manila, in an indigenous community relocated after Mount Pinatubo eruption, we met Ana who through her smile and love for nature, gave voice to the ninth child of "Twelve".


Philippines as far as the project is concerned always had high expectations. When Juan Carlos was working at IPC met Edicio de la Torre, a Filipino man who has taken education as a tool and weapon to confront the injustices of the system in his country. He and the common history between the Philippines and Mexico brought these islands on the list of possibilities. However, the decision became final in September last year, when IPC was visited by a group of people who fights for the rights of children and works with street children in the Philippines. Their presented work, impressed us, but it was especially the warmth of the people of Stairway Foundation Inc., the final detail which definitely invited us to this country.

When we landed at Manila airport, we were greeted by people(thanks Dada, Kai and Arnold) of Education for Life Foundation (ELF), organization where Edicio works, we explained them our project and immediately thought of connecting us with people of Lakas, in Zambales (north-west of Manila) . So accompanied by a team of ELF members, we reach the community; we met them and explained our project and our intention to leave something in return. In response immediately gave us a name: Ana She arrived the next day with her mother. We did the recording and took pictures of her with her family. Ana left in the ninth place, no doubt, a warm smile, a genuine content in her answers and a youthful freshness that appears in the video and still photos, worthy representation of such a country, so interesting, colorful and with so many natural privileges.

Desde Las Filipinas, ella es Ana, la novena niña.


Al nororeste de Manila, en una comunidad indígena reubicada a partir de la erupción del Monte Pinatubo, conocimos a Ana quien a través de su sonrisa y su amor por la naturaleza, dio voz a la novena niña de “Doce”.

Filipinas en cuanto al proyecto se refiere, siempre tuvo muchas expectativas. Cuando Juan trabajaba en IPC, conoció a Edicio de la Torre, un hombre filipino que ha tomado la educación como herramienta y arma para enfrentar las injusticias del sistema en su país. Él y la historia en común entre Filipinas y México puso a estas islas en la lista de posibilidades. Sin embargo la palomilla final se puso en septiembre del año pasado, cuando IPC recibió la visita de un grupo que lucha por los derechos de los niños y trabaja con niños de la calle de Filipinas. El trabajo que presentaron nos impresionó, pero sobre todo la calidez de la gente de Stairway Foundation Inc., fue el detalle final que nos invitó definitivamente a este país.
Cuando aterrizamos en el aeropuerto de Manila, fuimos recibidos por gente de ELF, Education for Life Fundation (thanks Dada, Kai and Arnold), organización en la que trabaja Edicio, les expusimos nuestro proyecto y enseguida pensaron en conectarnos con la gente de Lakas, en Zambales (al noroeste de Manila). Así acompañados por miembros del equipo de ELF, llegamos a la comunidad, nos presentamos con ellos y expusimos nuestro proyecto y nuestras intenciones de dejar algo a cambio. En respuesta enseguida nos dieron un nombre: Ana.
Ella llegó al día siguiente acompañada de su madre. Hicimos la grabación y tomamos fotos de ella con su familia. Ana dejó en el noveno lugar, sin duda alguna, una sonrisa cálida, un contenido genuino en sus respuestas y una frescura juvenil que se manifiestan en el video y en la foto fija, digna representación de un país tan interesante, colorido y con tantos privilegios naturales.

Vietnam: Justified lethargy tale

Postcard from Vietnam: "Smiling back"

Map of the trip (click to enlarge)

Once again, the trip in retrospective; looking back with the intention of finding out and give meaning to what we have been living as a couple, as travelers and as part of this journey that creates bonds, emotions and consequently a constant flicker in our states of mind.From an island in the Philippines I am looking back to Vietnam. In my heart awakens a slight embarrassment of sharing the apathy and disillusionment that embraced us during our stay there. It may seem inconsiderate not describe a majestic and exciting adventure; instead our stay in Ho Chi Minh City (formerly Saigon) is summarized in a quiet and somewhat boring routine.

Still nature (image by Juan Carlos)


Generally we preferred rather be stucked in our cheap hotel small room instead of walking down the street parading our nationality in the river of tourists from all over the world. (And as an aside comment: we both keep in constant confrontation with the outrageous tourist, grotesque and invasive that we see in many cities and yes, especially me, I am ashamed to mention it when we go on pilgrimage from country to country, but I keep on thinking that we are of a different type, rather I prefer to see us like a nomadic spirits). However our best fun moments were the card “solitaire” tournaments, the National Geographic documentaries and the preparation for our work on our next destination (the Philippines). We ate breakfast always in two places, one day noodles the other eggs and rice; at noon local everyday menu and for dinner we ate baguettes with vegetables. Some days we went out to get some beer and peanuts, but rarely outside the tourist district where we were staying; and so we spent a fortnight in lethargy and routine that at moments felt heavy and that put questions to our doings. In fact we had no courage to explore and when we did it, it was perhaps the commitment to be in a new country, different and interesting (among several things for having been touched deeply by a continue ideological struggle between themselves and against others). Ok, we suddenly leaned out to museums, we walked through some parks and in fact the day that we had more courage, rented a motorcycle and went through the outskirts of the city looking for different scenarios, and in all of them we saw the same narrow houses, families living in small spaces, the seizure of the streets by the stalls and thousands, actually millions of motorcycles that created rivers that sometimes even overflowed the corners of the streets, polluting the city air with smog and noise.

Rivers of motorbikes (image by Juan Carlos)


Now that I look back I understand that we were tired, now I know that to travel so much at one time creates a kind of lethargy, a weariness of seeing and learning, and of being impressed. I find understandable the quest for comfortable routine and minimal effort, to get in a Standby and regain strength, to pause and collect eagerness in order to get back on track ready to get ourselves soaked up in another culture ... The Philippines!, But as they say in a famous Mexican TV ad ... "that is another story" (or blog input, to use correct terms) to be told in due time.

Vietnam: Relato de un letargo justificado.

Postal de Vietnam: "Smiling Back"

Mapa de Vietnam (click para agrandar)

Vuelve la retrospectiva de los viajes, mirar para atrás con intención de encontrar y dar sentido a lo que hemos estado viviendo como pareja, como viajeros y como parte de este viaje que va creando lazos, emociones y como consecuencia, un constante fluctuar de nuestro estado de ánimo.
Desde una isla de Las Filipinas me siento a mirar a Vietnam para atrás. En mi corazón despierta una ligera vergüenza de compartir la apatía y desencanto que nos abrazó durante nuestra estancia en ese país. Quizá parezca desconsiderado no describirles una aventura majestuosa y excitante, por el contrario nuestra estancia en Ho Chi Minh (antes Saigón) se resume en una rutina tranquila y en cierto punto aburrida.
Naturaleza muerta (Imagen de Juan Carlos)

Generalmente preferíamos estar metidos en el pequeño cuarto de nuestro hotel barato, en lugar de caminar por la calle desfilando nuestra nacionalidad en el rio de turistas de todas partes del mundo. (Y como comentario al margen: ambos seguimos en la confrontación constante con el turista escandaloso, grotesco e invasivo que vemos en muchas ciudades y si, sobre todo yo, sigo con la vergüenza de mencionarlo cuando nosotros vamos peregrinando de país en país, pero insisto en pensar que nosotros somos de un tipo diferente quizá prefiero pensarnos como un espíritu nómada). En cambio nuestra diversión más grande eran los torneos de solitario, los documentales del National Geographic y la preparación para nuestro trabajo en nuestro siguiente destino (Las Filipinas). Desayunábamos siempre en dos lugares; un día noodles y el otro huevo con arroz, a medio día comida corrida y cenábamos baguetes de verduras. Algunos días salíamos a tomar cerveza y cacahuates, pero casi nunca fuera del distrito de turistas en el que nos hospedábamos y así se pasaron quince días en un letargo y una rutina que a ratos nos pesaba y nos cuestionaba. En realidad no teníamos ánimos de conocer y cuando lo hacíamos era quizá por el compromiso de estar en un país nuevo, diferente e interesante (entre varias cosas por haber sido tocado profundamente por la lucha ideológica constante entre ellos y contra otros). Si, de repente nos asomábamos a los museos, caminábamos por los parques y de hecho el día en el que más ánimos tuvimos, rentamos una motocicleta y nos fuimos por las afueras de la ciudad buscando escenarios diferentes y en todos encontrábamos las casas angostas, las familias viviendo en espacios reducidos, el apoderamiento de las calles por los puestos ambulantes y miles, realmente millones de motocicletas creando ríos que incluso a veces se desbordaban por las comisuras de las calles y contaminando el aire de la ciudad con smog y ruido.
Rios de motocicletas (imagen de Juan Carlos)

Ahora que miro hacia atrás entiendo que estábamos cansados, que viajar tanto tiempo crea en uno una especie de letargo, un cansancio de ver, de conocer, de impresionarse. Hayo comprensible la búsqueda de la rutina cómoda y del esfuerzo mínimo para ponerse en un Standby, recuperar la fuerza, hacer un paréntesis, acumular las ganas y volver al camino listos para empaparnos de otra cultura … ¡Las Filipinas!, pero como dicen en un famoso comercial mexicano… “esa, es otra historia” (o entrada, para usar términos correctos) que será contada a su debido tiempo.

viernes, 15 de enero de 2010

He is Vannak


On the banks of the Mekong, in a province besides Phnom Penh, lives Vannak, a shy Cambodian boy who is fond of reading and who hides behind his seriousness a pretty smile.

When "Twelve" began to be developed, this country was right away considered because Juan Carlos worked in Denmark with Dara, a Cambodian man who received us and helped us to find the twelve years old boy for the project.
One day we received a phone call in which Dara told us that the next day he would pick us up to go and to do the interview. To our surprise he knew no specific child, rather had the idea of finding a child, any twelve years old child. So we arrived to a place and he went randomly asking local families who had a twelve years old child and thusfound Vannak.

The boy and his family immediately accepted, so we recorded the interview in which Dara helped us to translate Vannaks’ words from Khmer to English, and so Vannak is now the eighth character in "Twelve".

jueves, 14 de enero de 2010

Cambodia: between mistery and the unknown


Apsara, Khmer deity. Cambodian postcard (Yela)

Map of the trip (click to enlarge)


Text and images: Juan Carlos

-Soup, not meat? - the woman with a round face and Asian features who attended the restaurant, where we ate dinner every night, asked us.
-Soup!, no meat! – we nodded as every night.
Due to our local language lack of knowledge, to be vegetarian travelers in this country requires extra efforts to be understood in each meal time, maybe that's why in places where we had achieved that feat, we had no more choice than to become regulars.
That night (like all the previous ones) the restaurant was full, mostly young people, members of a more globalized generation and that on the surface, appears to have no traces of what their parents had to live.

Cambodian woman


During the second half of the 70's Cambodia experienced one of the most brutal genocides in human history. In this country, as in many others, there was a constant struggle between those who sought that the status quo of the colonial period would continue vis-á-vis the wishes of those who sought to impose a less polarized and fairer society through a socialist revolution. To their misfortune, in neighboring Vietnam war was also out of control; only that there, the native country was faced against the most powerful military force of the time which came to invade from thousands of miles away. That war took over, the harsh and difficult times experienced in Cambodia, and catapulted them into chaos. The brutality of war gripped the minds of participants, leading them to commit such violent events that today are impossible to discern when the owner of the place, then being only a girl, comes and asks with a smiley face: Soup, not meat?


While we ate, we discussed the peculiar visions that this country had offered: motorcycles, hundreds of motorcycles, thousands of motorcycles ... perhaps millions. We wondered: what it would be to live in such a small country with neighbors who seem to constantly threaten sovereignty? It seemed curious to observe how in this society, the U.S. dollar and Cambodian Riel are used in parallel in every exchange of money.

Chaos vial


Ahh! Finally the ingredients, with which the guests prepare soup to their taste, arrived. The procedure is the same for everybody: everyone picks ingredients up, and so the order in which they are added to the pot with boiling soup in the center of the table, on a tiny gas burner; a popular and economic way families or groups of friends choose for their daily dinner. In the atmosphere a very special relationship between people and food is noted.

Collective transport


Upon entering the Khmer Rouge triumphantly the capital, the urban population was forced out to the fields, to work the land. The educated and religious classes were annihilated, the rest lived very precariously for up to four years in cooperatives, producing and eating the most basic food, which necessarily had to create a particular vision (for these times) to interact with food. This stage ends when Vietnam (after winning their war) invades Cambodia on the pretext of ending the genocide that was submitted to the people of Vietnamese origin living in Cambodian soil.

Clockwork orange

Nothing better to accompany this dinner than a beer, which though not so cheap (compared to food prices) is made good with quality, the name? Angkor. Of course, just like bars, restaurants, hotels and shops, that name resounds for all that has quality and pride.


Angkor Wat

For hundreds of years the Khmer empire was the light and glory in Southeast Asia. Just seeing the ruins of Angkor Wat one can imagine the magnitude and strength of that empire. Difficult to explain briefly what these monuments and ruins speak about the brilliance of the human spirit. The term “the world´s largest temple” is not sufficient to capture its greatness. See it to believe it, to live it in order to tell it. Pride, not only for the locals, is what this place was created; a world heritage site that now, a thousand years later, is the best pseudonym of quality that can be given to a good beer.


We ask for the bill. Outside on the streets, the same motorcycle river flowing endlessly. Another day in Cambodia, one less day of the trip.

El es Vannak


A las orillas del Mekong, en una provincia pegada a Phnom Penh, vive Vannak, un niño camboyano tímido al que le gusta leer y que detrás de su seriedad esconde una bonita sonrisa.

Cuando “Doce” comenzó a desarrollarse, inmediatamente este país fue considerado porque Juan trabajó en Dinamarca con Dara, un hombre camboyano que nos recibió y nos ayudó a encontrar al niño de doce años para el proyecto.

Cierto día recibimos una llamada telefónica en la cual Dara nos avisa que al siguiente día pasaría por nosotros para ir a hacer la entrevista. Para nuestra sorpresa él no conocía ningún niño específico, tenía la idea de encontrar a un niño, cualquier niño de doce años. Así que llegamos al lugar y él se fue poco a poco preguntando a las familias del lugar quien tenía un hijo de doce años, así encontramos a Vannak.

Él niño y su familia inmediatamente aceptaron, así que hicimos la grabación de la entrevista en la que Dara nos hacia el favor de traducir de Khmer a Inglés las palabras Vannak, quien ahora es el octavo personaje de “Doce”.

Camboya. Entre el misterio y lo desconocido

Apsara, deidad Khmer. Postal de Camboya (Yela).


Mapa del Viaje (haz click para agrandar)


Texto e imágenes: Juan Carlos

-Soup, no meat?- nos preguntó la mujer de cara redonda y rasgos asiáticos que atendía el restaurante en el que cada noche cenábamos.
–Soup!, no meat!- asentíamos como cada noche.
Debido al nulo conocimiento de la lengua local, ser viajero vegetariano en este país requiere de esfuerzos extras para hacerse entender en cada alimento; quizá por eso en los lugares donde habíamos logrado esa hazaña, no nos quedaba otra mas que convertirnos en clientes asiduos.
Esa noche (como todas las anteriores) el establecimiento se encontraba lleno, gente joven en su mayoría, miembros de una generación más globalizada y que en la superficie pareciera no tener trazos de los que sus padres tuvieron que vivir.

Mujer Camboyana

Durante la segunda mitad de los 70’s Camboya experimentó uno de los genocidios más brutales en la historia de la humanidad. En este país, como en muchos otros existía la pugna constante entre los que buscaban que el estatus quo de la época colonial continuara, contrario a los deseos de aquellos que a través de una revolución socialista buscaban imponer una sociedad menos polarizada y más justa. Para su mala fortuna, en el vecino Vietnam también la guerra se salía de control, sólo que ahí se enfrentaba el país autóctono contra el ejército militar más poderoso del momento que venía a invadir desde miles de kilómetros de distancia. Dicha guerra absorbió el momento difícil que se vivía en Camboya y lo catapultó al caos
La brutalidad de la guerra se apoderó de las mentes de los participantes, llevándolos a cometer eventos de violencia que hoy son imposibles de vislumbrar cuando la dueña del lugar, que entonces habrá sido solo una niña, llega y pregunta con una cara sonriente:
-Soup, no meat?

Mientras cenábamos, comentábamos las visiones que este peculiar país nos habían ofrecido: motocicletas, cientos de motocicletas, miles de motocicletas… quizá millones. ¿Nos preguntábamos qué se sentirá vivir en un país tan pequeño, con países vecinos que pareciera constantemente amenazan la soberanía? Nos parecía curioso observar como en esta sociedad, el dólar estadounidense y el riel camboyano se utilizan paralelamente en cada operación de intercambio monetario.

Caos vial

Ahh! Por fin llegaban los ingredientes con los cuales los comensales nos preparamos nuestra sopa al gusto. El procedimiento es el mismo para todos, los ingredientes cada quien los escoge así también el orden con el que se van añadiendo a la olla, con sopa que hierve en el centro de la mesa, sobre una diminuta hornilla de gas; una forma popular y económica que las familias o grupos de amigos optan para sus cenas cotidianas. En la atmosfera se nota una relación muy especial entre la gente y la comida.

Transporte colectivo

Al entrar triunfante el Khmer Rouge a la capital, la población urbana fue forzada a salir a los campos a trabajar la tierra. La clases educada y religiosa fueron acribilladas, el resto vivió muy precariamente por cerca de cuatro años en cooperativas, produciendo y comiendo lo mas básico, lo que necesariamente debió crear una visión singular (para estos tiempos) de relacionarse con la comida. Esta etapa termina cuando Vietnam (después de ganar su guerra) invade Camboya so pretexto de terminar el genocidio que se sometía a la gente de origen vietnamita viviendo en suelo Camboyano.

Naranja mecanica

Nada mejor para acompañar la cena que una cerveza, que aunque no tan barata (comparada con los precios de la comida) la hacen de buena calidad, el nombre? Angkor. Por supuesto, al igual que bares, restaurantes, hoteles y tiendas ese nombre resuena para todo lo que tiene calidad y orgullo.

Angkor Wat

Por cientos de años el imperio Khmer fue la luz y gloria del sureste asiático. Solo viendo las ruinas de Angkor Wat puede uno imaginar la magnitud y fuerza de dicho imperio. Difícil explicar en pocas palabras lo que esos monumentos y ruinas hablan del resplandor del espíritu humano. El concepto “El templo más grande del mundo” no es suficiente para captar lo que es su grandeza. Ver para creerlo, vivir para contarlo. Orgullo no solo para los locales que ese lugar haya sido creado; patrimonio de la humanidad que hoy mil años después es el mejor seudónimo de calidad que se le puede dar a una buena cerveza.

Pedimos la cuenta. Al salir en las calles seguía el mismo rio de motocicletas circulando sin cesar. Un día mas en Camboya; un día menos de viaje.



miércoles, 13 de enero de 2010

Thailand. Just passing through.

Postcard from Thailand (images: Juan Carlos)

On December 7th, 2009 we flew from Kolkata to Thailand. In fact, we were only passing through because when airplane prices were checked, that destination was the cheapest and nearest to Cambodia, the project´s next country. Juan Carlos had been there several times before, but this was my first time and besides it was a place I had always wanted to visit. People was the reason, as the Thai people I had known before had to my taste the most beautiful smiles and warmer hearts.

Map of the trip (click to enlarge)

So we landed in Bangkok thinking to stay for two weeks, of which we had some days put aside to experience the capital, some others to go on vacation to Ko Samet and finally make an important trip to Wat Lan Koud, a temple built with glass bottles and that due to my interests in creative recycling, we both thought worth paying a visit.
The capital was a big surprise. A clean and quiet place -perhaps more so when one just arrives leaving behind the chaos of India-. The streets feel alive with people, everywhere shops abound, but mainly street stalls with exotic food. The urban setting is striking, especially in the complex structures that have been created for the movement of vehicles and people in the city. A subway system and an sky-train (as they call it), which at one point creates a super developed atmosphere, which gave the sensation -and vertigo- of being in a science fiction movie.

Bangkok's Cultural Center (images: Juan Carlos)


In an attempt to save some money, we ask for a place where to buy food to cook it at the guest house. A US guy recommended us Paragon City, a huge shopping center divided over seven floors, each with a specific sales section, in which can be found not only what you're looking for, but what you never expected to find. We were at the root of environmental problems – and thus social- of our times: consumerism. After talking, we both agreed that this was one of the most sophisticated shopping malls that we both had ever been, however, we realized this is only a tiny part of an economic system that is based precisely on that people consume a greater extent, which would be fine, as Juan Carlos says, if and only if, we would live on a planet with unlimited resources. But unfortunately that is not the case and those mirrors of reality leave us both with a dismal pessimism while watching from the second floor all those late model Japanese cars.


Thai Buddist Monk (images: Juan Carlos)


At the end of our visits to various temples and other tourist places that are in Bangkok, we are set towards the beach. The road was short and easy to reach. Juan Carlos had told me about this place. In his words, it was a quiet island with white sand, turquoise beaches, where you for very little money could rent a bungalow and eat seafood. My desire to reach that paradise was big, and while we were on the boat to the island, I was creating exotic expectations; but when we arrived Juan Carlos was deeply disappointed because as it was imagined, in twelve years the place had changed drastically, and it is now a resort that had already claimed the beaches and made them available to mostly European tourists. Finally we were already there and we should try to enjoy it, ignoring what bothered us. By doing so, before our eyes the scenery was quite beautiful, the sea, the sand and having time to enjoy a well deserved honeymoon in the midst of an already exciting journey together. What else could we ask life for? Yes, abusive and invasive tourism should disappear from the world, but, then again, what are we- even if we don´t like it- but part of those, whom are called tourists? Perhaps travelers who like Asian people say, "same same but not the same".


Baby on the beach (images: Juan Carlos)


After five days on the beach (stay more would put our budget in red), with a more relaxed pace and sun on our skins, we took a bus to Si Sa Ket, the city where we knew Wat Lan Koud, the bottles temple, was located. The road was not easy, partly because of our zero Thai and the limited English of the Thai people, but also by the rare transport system that one finds in the provinces of Thailand. Finally thanks to the willingness and support from the ever-smiling Thais, who between sign language and laughter made themselves to be understood, we reached the place.

Wat Lan Koud (images: Juan Carlos)


Contrary to other experiences, our expectations of the temple were overcome by the size, beauty and especially for the opportunity to appreciate in front of us millions of glass bottles, of different shapes and sizes, adorning the walls of the temple. Floors, bridges, pillars, houses, baths, monk´s common living centers and even the water tank were all made under the same technique: bottles neatly encrusted with cement on the wall, fit together and alternating colors of the bottles and thus making shapes and patterns; and ontop of it all, murals and ornamentation formed with bottle caps. But undoubtedly the main temple is the one who gets the most applause, located on the center of a fish pond, with a classic Thai architectural style, walls over ten feet tall, and with ceilings that impress for the careful detail and accuracy with which the necks of the bottles end up with the exact touch of traditional roofs in temples in this country.

Buddist Monk house (images: Juan Carlos)



I guess for anyone who does appreciate creativity this place is impressive, but to me that as an art director and as an environmentalist, this visit was very special because throughout my career I have discovered in creative recycling, a solution to one of the many problems that we humans are confronting: the problem of garbage. Now, in front of us was a Buddhist community who built a temple with bottles on every corner, a further proof that when one thinks to do something functional out of garbage, one can do things not only functional but aesthetically admirable.

Wat Lan Koud, Buddist temple (images: Juan Carlos)


Wat Lan Koud, was a visit that the two of us enjoyed a lot. That was not the case with the way to the Cambodian border, which at one time seemed impossible, and that after much questioning, many signs, many frustrations and much bargaining, we agree that the next day we would take a private van. It was the only way to reach the border, as already mentioned, development and modernity that is appreciated in Bangkok, is anything but a reality that in the provinces is founded, where there are hardly any buses linking the major cities.


Floor made out of bottles (images: Juan Carlos)

Tailandia. Sólo de paso.





Postal de Tailandia. (Imagenes de Juan Carlos)

El 7 de diciembre del 2009 volamos de Kolkata hacia Tailandia. En realidad, sólo fuimos de paso porque a la hora de checar los precios de aviones ese destino era el más barato y cercano a Camboya, el siguiente país en el proyecto. Juan ya había estado ahí varias veces, pero para mí era la primera vez y era un lugar que siempre había querido visitar. La razón era la gente, pues los thai que había conocido tenían, para mi gusto, las sonrisas más hermosas y los corazones más cálidos.

Mapa del viaje (para agrandar, hacer click)
Así pues, aterrizamos en Bangkok pensando quedarnos por quince días, de los cuales ya habíamos destinado algunos para conocer la capital, otros para tomarnos unas vacaciones en Ko Samet y finalmente hacer una visita importante a Wat Lan Koud, un templo construido con botellas de vidrio y que por mis intereses en el reciclaje creativo, ambos encontramos interesante.

La capital fue una gran sorpresa. Es un lugar limpio y muy tranquilo -quizá más cuando se viene dejando detrás el caos de la India-. Las calles están vivas a la gente, por todos lados abundan los establecimientos comerciales pero sobre todo los puestos callejeros con comida exótica. El escenario urbano es impactante, sobre todo en las complejas estructuras que han creado para el desplazamiento de vehículos y gente en la ciudad. Un sistema de metro y tren aéreo, como ellos le llaman y que en cierto momento esa atmósfera súper desarrollada, daba la sensación –y vértigo- de estar en una película de ciencia ficción.


Centro cultural de Bangkok (Foto:Juan Carlos)


Con el intento de ahorrar, preguntamos por un lugar para comprar comida y cocinar. Un hombre de Estados Unidos nos recomienda Paragon City, un centro enorme dividido en más de siete pisos, cada uno con una sección de ventas específica y en el cual se puede encontrar no sólo lo que estás buscando, sino lo que jamás pensaste encontrar. Estábamos en la raíz de los problemas ambientales -por lo tanto sociales- de nuestros tiempos: el consumismo. Después de platicarlo, coincidimos en que este era uno de los centros comerciales más sofisticados en que ambos habíamos estado, sin embargo, nos dábamos cuenta, esto es sólo una pequeña parte de un sistema económico que se basa, precisamente en que la gente consuma en mayor medida, lo que está bien, como dice Juan, si y sólo si viviéramos en un planeta con recursos ilimitados. Pero lamentablemente no es el caso y esos espejos de la realidad nos dejan a los dos con un triste pesimismo mirando desde el segundo piso a todos esos carros japoneses último modelo.



Monje budista tailandes (foto: Juan Carlos)


Al terminar nuestras visitas a los varios templos que hay en Bangkok y otros lugares turísticos, Juan y yo nos vamos a la playa. El camino fue corto y fácil de llegar. Juan me había contado de este lugar. En sus palabras, era una isla tranquila con playas turquesa y arena blanca, en la cual se podía rentar un bungaló y comer comida de mar por poco dinero. Mis deseos de llegar a ese paraíso eran demasiados y mientras íbamos en el barco hacia la isla, iba creando exóticas expectativas pero cuando llegamos Juan estaba profundamente desilusionado pues como era de imaginarse, en doce años el lugar había cambiado drásticamente, siendo ahora un complejo turístico que se había apoderado ya de las playas y las había puesto a disposición del turista en su mayoría europeo. Finalmente estábamos ya ahí y tendríamos que disfrutar ignorando lo que nos molestaba. Haciendo eso, frente a nuestros ojos el escenario era completamente hermoso, el mar, la arena y tiempo para disfrutar una merecida luna de miel en medio de un ya estimulante viaje juntos. ¿Qué más podíamos pedirle a la vida? Si, que desapareciera el turismo abusivo e invasivo del mundo, pero, una vez más, ¿qué somos nosotros –aunque no nos guste- sino parte de esos, a los que llaman turistas? Quizá viajeros, que como dice Silvio Rodríguez, “no es lo mismo pero es igual”.

Bebe en la playa (foto: Juan Carlos)


Pasados los cinco días en la playa (quedarnos más subía nuestro presupuesto), con un aire más tranquilo y con el sol en nuestra piel, tomamos un camión hacia Si Sa Ket, la ciudad en la que sabíamos se encontraba Wat Lan Koud, el templo de botellas. El camino no fue nada fácil, en parte por el nulo Thai de nosotros y el escaso Inglés de los Thai y en parte también por el pobre sistema de transporte que hay en las provincias de Tailandia. Finalmente gracias a la disposición y ayuda de los siempre sonrientes tailandeses, quienes entre señas y risas se hacían entender llegamos al lugar.


Wat Lan Koud, el templo de botellas (foto: Juan Carlos)


Contrario a otras experiencias, las expectativas que teníamos los dos del templo quedaron superadas por el tamaño, belleza y sobre todo por la oportunidad de apreciar frente a nosotros millones de botellas de vidrio de diferentes formas y tamaños, adornando las paredes del templo. Pisos, puentes, pilares, casas, baños, centros de convivencia común de los monjes e incluso el tanque de agua estaban hechos bajo la misma técnica: botellas pulcramente incrustadas con cemento en la pared, embonando y alternando los colores de las botellas y con ellas haciendo formas y patrones; y como si fuera poco, murales y ornamentación formados con corcholatas. Pero sin duda alguna, el templo principal es el que se lleva la mayor ovación, ubicado en el centro de un estanque de peces, con un clásico estilo arquitectónico tailandés, paredes de más de diez metros de altura y con unos techos que impresionan por el cuidado detalle y la precisión con la que los cuellos de las botellas terminan con el toque exacto de los techos tradicionales en los templos en este país.

Casa de un monje budista(foto: Juan Carlos)


Supongo que para cualquiera que aprecie la creatividad este lugar es impactante, pero para mi que como directora de arte y como ambientalista esta visita fue bastante especial, pues a lo largo de mi carrera he descubierto en el reciclaje creativo, una solución a uno de los muchos problemas que como humanidad estamos enfrentando: el de la basura. Ahora, frente a nosotros estaba una comunidad budista que erigió un templo con botellas en todos sus rincones; una prueba más de que cuando se piensa en hacer de la basura algo útil, se pueden hacer cosas no sólo funcionales, sino estéticamente admirables.

Wat Lan Koud, el templo de botellas (foto: Juan Carlos)


Wat Lan Koud, fue una visita que los dos disfrutamos mucho. No así el camino hacia la frontera con Camboya, que en algún momento parecía imposible y que después de mucho preguntar, muchas señas, muchas frustraciones y muchos regateos, pudimos acordar que al día siguiente nos llevaría una camioneta particular. Era la única forma de llegar a la frontera, pues como ya lo había mencionado, el desarrollo y vanguardia que se aprecia en Bangkok, no es para nada una realidad que se viva en las provincias, en las cuales apenas hay camiones conectando con las ciudades principales.

Piso hecho de botellas (foto: Juan Carlos)