jueves, 4 de marzo de 2010

Vietnam: Relato de un letargo justificado.

Postal de Vietnam: "Smiling Back"

Mapa de Vietnam (click para agrandar)

Vuelve la retrospectiva de los viajes, mirar para atrás con intención de encontrar y dar sentido a lo que hemos estado viviendo como pareja, como viajeros y como parte de este viaje que va creando lazos, emociones y como consecuencia, un constante fluctuar de nuestro estado de ánimo.
Desde una isla de Las Filipinas me siento a mirar a Vietnam para atrás. En mi corazón despierta una ligera vergüenza de compartir la apatía y desencanto que nos abrazó durante nuestra estancia en ese país. Quizá parezca desconsiderado no describirles una aventura majestuosa y excitante, por el contrario nuestra estancia en Ho Chi Minh (antes Saigón) se resume en una rutina tranquila y en cierto punto aburrida.
Naturaleza muerta (Imagen de Juan Carlos)

Generalmente preferíamos estar metidos en el pequeño cuarto de nuestro hotel barato, en lugar de caminar por la calle desfilando nuestra nacionalidad en el rio de turistas de todas partes del mundo. (Y como comentario al margen: ambos seguimos en la confrontación constante con el turista escandaloso, grotesco e invasivo que vemos en muchas ciudades y si, sobre todo yo, sigo con la vergüenza de mencionarlo cuando nosotros vamos peregrinando de país en país, pero insisto en pensar que nosotros somos de un tipo diferente quizá prefiero pensarnos como un espíritu nómada). En cambio nuestra diversión más grande eran los torneos de solitario, los documentales del National Geographic y la preparación para nuestro trabajo en nuestro siguiente destino (Las Filipinas). Desayunábamos siempre en dos lugares; un día noodles y el otro huevo con arroz, a medio día comida corrida y cenábamos baguetes de verduras. Algunos días salíamos a tomar cerveza y cacahuates, pero casi nunca fuera del distrito de turistas en el que nos hospedábamos y así se pasaron quince días en un letargo y una rutina que a ratos nos pesaba y nos cuestionaba. En realidad no teníamos ánimos de conocer y cuando lo hacíamos era quizá por el compromiso de estar en un país nuevo, diferente e interesante (entre varias cosas por haber sido tocado profundamente por la lucha ideológica constante entre ellos y contra otros). Si, de repente nos asomábamos a los museos, caminábamos por los parques y de hecho el día en el que más ánimos tuvimos, rentamos una motocicleta y nos fuimos por las afueras de la ciudad buscando escenarios diferentes y en todos encontrábamos las casas angostas, las familias viviendo en espacios reducidos, el apoderamiento de las calles por los puestos ambulantes y miles, realmente millones de motocicletas creando ríos que incluso a veces se desbordaban por las comisuras de las calles y contaminando el aire de la ciudad con smog y ruido.
Rios de motocicletas (imagen de Juan Carlos)

Ahora que miro hacia atrás entiendo que estábamos cansados, que viajar tanto tiempo crea en uno una especie de letargo, un cansancio de ver, de conocer, de impresionarse. Hayo comprensible la búsqueda de la rutina cómoda y del esfuerzo mínimo para ponerse en un Standby, recuperar la fuerza, hacer un paréntesis, acumular las ganas y volver al camino listos para empaparnos de otra cultura … ¡Las Filipinas!, pero como dicen en un famoso comercial mexicano… “esa, es otra historia” (o entrada, para usar términos correctos) que será contada a su debido tiempo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario