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lunes, 31 de mayo de 2010

China: "El Gran Festín"


Mapa de viaje (hacer click para agrandar)



Hong Kong: “El aperitivo”

Postal (Yela)

Al llegar a Hong Kong se siente que es China pero no, es decir, es en realidad una región administrativa especial de los chinos y uno de los centros financieros más importantes de Asia y del mundo, no obstante tiene un sistema administrativo y judicial independiente a China continental, en pocas palabras es China pero descafeinada.
Rascacielos (Imagen de Juan Carlos)

Desde el avión se distinguen los rascacielos hacinados en la bruma de un día nublado dibujando en una escala de grises, la típica imagen-postal estética de Hong Kong. En medida en la que uno se adentra en la ciudad se percibe a la gente caminando en un ritmo acelerado y con cierto porte de seriedad muestra -quizá- del glamur y la elegancia de esta ciudad. Los desfiles urbanos se despliegan en las banquetas, ahí van los lugareños vestidos de gris y negro con un portafolio en una mano y con bolsas de compras en la otra ganándole tiempo al tiempo, engranes sistémicos.
Sin duda alguna ninguno de los dos pertenecemos a este tipo de escenario, pero es imposible no admirar la complejidad arquitectónica y el sentido financiero que esta ciudad tiene en el mundo, así como la infraestructura que desborda lujos extravagantes; la escalera eléctrica más grande del mundo o como el show de luces que da vida a los rascacielos que fascinan a quienes desde el muelle público de Kowloon contemplamos la soberbia sincronía de luces, laser y música. Caminar por las calles es atorarse en cada rincón convertido en un espacio de comercio maquillado con neón: comida, tecnología, moda; todo esta a la venta, todo es dinero en Hong Kong, culto al capitalismo que deja a sus visitantes con dolor de cuello y en una distracción, con un hoyo en el bolsillo.

Espectáculo de luces y sonido (Imagen de Juan Carlos)


China “El gran festín”
Desde que empezamos a planear nuestro viaje, China representaba para los dos el gran festín. Constantemente nos referíamos a esta parte del viaje como “el plato fuerte”, quizá porque ninguno de los dos habíamos estado ahí y nos sentíamos atraídos tanto por el país más grande de Asia, como el más poblado del mundo, con una cultura e historia antigua, profunda y compleja, en combinación con una economía que en el panorama mundial, ha encontrado su lugar con firmeza. Grandes expectativas -y en cierto sentido románticas- estaban por confrontarse con la realidad de un país en efervescente desarrollo.
Nuestro viaje esta lleno de sentimientos de ambivalencia constante. Por un lado nos esperábamos un encuentro con una de las civilizaciones más antiguas del mundo, nuestra romántica idealización de este país se vio confrontada con la China de la que todo el mundo habla, la del desarrollo rebosado y la creciente economía. Innumerable cantidad de ciudades impronunciables desbordándose vertical y horizontalmente. Infraestructuras urbanas eficientes que mantienen, protegen y trasladan a la población de un lado a otro de la ciudad y del país. Sin embargo, en nuestro viaje se siente la ausencia de los ríos de bicicletas, ya que el desarrollo económico las han dejado, junto con algunas otras costumbres, enterradas en el polvo del olvido.

Bici-taxi (Imagen de Juan Carlos)


Aun así, en algunos rincones del país y de sus grandes ciudades aun se guarda la historia arquitectónica de la China Antigua, la de muros grises y techos tradicionales, la de hermosos parques, lagos y ríos con puentes enmarcados por hermosos árboles y flores, que dan la imagen que el mundo tiene de la estética china. Los museos dejan a uno mas asombrado de lo normal, un país tan viejo y tan grande por fuerza tiene que producir un arte tan sofisticado que trasciende fronteras y se convierte en universal.

Guerreros de terracota (Imagen de Juan Carlos)


La maravilla de retroceder en el tiempo cuando se recorren los Hutongs: callejones que rodean la magnificente Ciudad Prohibida en la que, con sus minuciosos detalles y sus grandes dimensiones, uno se siente pequeño ante tanta inmensidad ornamental y arquitectónica. Y como es obvio, no podemos dejar de hablar de nuestra visita a la imponente Gran Muralla China, que constantemente detiene el aliento del visitante, para contemplar a lo lejos como se impone una línea sobre las colinas como si fuera una serpiente perdiéndose en el horizonte, dejándonos realmente impresionados y asombrados ante el esfuerzo humano que implica la construcción de semejante muro. De igual manera se comparte ese sentimiento al contemplar a los soldados de terracota que a pesar de ser cientos cada uno es único, en sí, cada uno impresionante. Con ejemplos como este, sólo se confirma que en ese país todo es grande, poderoso, eficaz, majestuoso y soberbio.

Muralla China (Imagen de Juan Carlos)


Y en tonos más cotidianos, la sociedad china le gusta congregarse alrededor de grandes festines, la comida ocupa un lugar importante. No hay celebración que no se ejecute en medio de exquisitos sabores que ambientados con telas y adornos rojos con detalles dorados o amarrillos le dan sabor y color a China. El rojo es más que un color, un emblema, en sus bases políticas (que no son realidades), en su bandera, en sus adornos, platillos, este color guarda la esencia de esta cultura.

Hutong (Imagen de Juan Carlos)


La comida no es Chow Mein y Chop Suey (infinitamente mucho más). Hay grandes variedades de sabores producto de combinaciones de especies y tipos de carnes. Aunque nosotros somos vegetarianos, una visita a los mercados locales deja ver la variedad de animales que en este país se consumen, desde el tradicional puerco y pescado, hasta exóticos animales como alacranes, tortugas, serpientes y aunque nosotros no lo vimos, es bien sabido que también se consumen perros y gatos. Pero lo que es sin duda maravilloso probar, son todas las combinaciones posibles entre verduras y especies, pero eso si para lo que hay que prepararse y medirse, es la cantidad de aceite que usan para todo, peligro para el corazón, altas probabilidades de subir de peso.

Mesero preparando noodles (Imagen de Juan Carlos)


Por otro lado, políticamente hablando, es interesante ver como el libre mercado va de la mano con altos niveles de censura, al grado que hay palabras que no se pueden pronunciar en público mas la creación de “la nueva gran muralla” refiriéndose a la censura y control que el gobierno tiene sobre el internet. No obstante, no se puede dejar de reconocer que en los sesenta años que el partido comunista ha estado en el poder, con toda la corrupción, nepotismo y represión han hecho un milagro, pues cuando uno se adentra en la historia de este país, sorprende ver que al paso de los años han dado un brinco de hambrunas a ser la segunda economía y el primer exportador del mundo. Con todo, se siente la inconformidad social, el país es una olla de presión, hay mucha gente educada como para mantenerla subyugada en la era del internet. Algunos dicen en voz baja que esto va a explotar… pronto.

La mano de Mao (Imagen de Juan Carlos)


Y es que, en los centros comerciales y restaurantes, pareciera que hay tantos empleados entrenados con estilo militar como clientes. Quizá un régimen tan estricto como este sea la forma de sostener a un país tan poblado como y que como nos lo hace entender Susu (una de nuestras anfitrionas), en la gente china hay una intrínseca tradición de obedecer y mantener el orden. Y si, se puede percibir que en la estructura mental de la gente está clavada la idea de que son la próxima potencia mundial, se preparan para eso, trabajan para eso y empiezan a vivir en eso…
Y en lo que a la gente se refiere, al individuo, hay de todo, si se considera que 1 de cada 5 habitantes del mundo es chino, nos deja claro que hay de todo. Existe el chino que quiere ostentar su dinero y no escatima en detalles para lograrlo, existe aquel académico que cuestiona profundamente el sistema en el que viven y la dirección en la que van. Existe el chino romántico que quiere luchar por que su país sea la primera potencia mundial. El pobre mendigando en la calle, el corrupto, el honesto, el tramposo, el trabajador, el viejo, el filósofo, artista y bohemio que siente la nostalgia de una leyenda. En varios niveles de interacción conocimos al chino cotidiano, al que tiene una familia y que mantiene fuertes lazos de unión y respeto a ellos. Al estar visitando ex alumnos de Juan Carlos nos dimos cuenta de que tienen un gran sentido de hospitalidad para los visitantes y que aunado al respeto que se tiene por los maestros, gozamos de una atención dedicada y abundante en todas las ocasiones, lo que hizo que este viaje estuviera lleno de sabores, colores y reflexiones profundas desde China para el mundo y desde el mundo para China.

Joven China (Imagen de Juan Carlos)


Sin duda alguna China nos dejó lleno de emociones y grandes sorpresas. Disfrutamos y sufrimos lo que China es y con las expectativas que teníamos y siendo el penúltimo país, aun cuando estamos cansados de viajar, fuertes impresionas nos quedamos en la maleta para saborear y digerir con tiempo en la comodidad de la rutina y del hogar, pero por el momento, es tiempo de tomar maletas y volver a América, el continente (no nos confundamos ante la apropiación de estados unidos por un nombre que comparte con todos los que lo habitamos desde Alaska hasta Argentina), y grabar a la última niña del documental, una chica afroamericana que cerrara esta etapa del proyecto.

miércoles, 28 de abril de 2010

Desde China, el es Xuyang, el niño número 10 del documental

Moon el esposo de Susu, una ex alumna de Juan y anfitriona nuestra en Beijing, hace una llamada a su prima en Xi’an para confirmar que Xuyang, su sobrino, tenía 12 años, lo que inmediatamente lo convirtió en el décimo niño del documental y el representante de China.

Un tren de 12 horas desde Beijing hasta Xi’an (la antigua capital china), nos llevó a conocer a Xuyang. De él sabíamos poco: que medía 1.71mts y le gustaba la geografía, pero cuando lo conocimos nos sorprendió ver que en su rostro empezaba a crecer bigote de pubertad pero todavía con rostro de niño.
A pesar de que no nos podíamos comunicar mucho con él ni con sus papás por la diferencia de idiomas, la calidez y hospitalidad que nos brindaron nos hizo sentir privilegiados. Vastas y deliciosas comidas adornaron nuestras pláticas que, traducidas por Susu, nos acercaron más y más a una familia de clase media de China y a un niño de pensamiento profundo, que se ve reflejado en las respuestas que regala al documental.

domingo, 3 de enero de 2010

Escandinavia, un cálido viaje por frías regiones.


El 16 de octubre de 2009 tomamos un ferry de Helsingor a Helsingborg. Durante los veinte minutos que dura el trayecto nos despedíamos de Dinamarca y de IPC. Ambos estábamos invadidos por sentimientos encontrados: por un lado, cada uno iba despidiéndose con tristeza de los afectos que se fueron construyendo en ese país, principalmente en IPC; y por el otro, el corazón emocionado, pues finalmente estábamos empezado juntos un viaje por el mundo. Eso implicaba estar a punto de recibir muchos estímulos tanto para nuestra relación, como en lo personal, pero sobre todo, sentíamos ya la satisfacción de encender los motores para terminar la segunda parte de “Doce” .
Nuestro viaje por Escandinavia estaba estructurado bajo la idea de gastar la menor cantidad de dinero posible (ya que el norte de Europa es muy caro) así que teníamos toda la disposición y habíamos hecho ya algunos contactos para que Juan presentara Gaia (una platica desarrollada a través de varios audiovisuales de diferentes lugares del mundo que, en su sentido más profundo, invitan a la reflexión de un planeta en crisis). El primer lugar donde se haría la presentación sería en Tomelilla, Suecia, en Österlens Folkhöskola, en donde un grupo de estudiantes se preparaba para un viaje a África. Ahí fuimos recibidos y tratados con una cálida hospitalidad por parte de Göran Göransson, un agradable profesor quien es responsable del área Estudios Africanos en dicha escuela. La presentación fue dada a sus alumnos y después tuvimos la oportunidad de conocer un poco más a Göran, quien a través de la plática nos fue convidando un poco de su trabajo profesional y de su pasión por la gente y las condiciones que habitan el continente africano. Sin duda alguna ambos nos despedíamos de él al día siguiente -después de haber desayunado juntos- con un buen sabor de boca y un profundo agradecimiento por todas sus atenciones.
El siguiente movimiento lo hacíamos en avión desde Malmö hacia Estocolmo. Y tengo que decir que cuando aterrizamos en el aeropuerto y en la medida en la que el centro de la ciudad capital de Suecia empezaba a aparecer, yo quedaba desbordada por la belleza que en todas direcciones descubría. Quizá fue por mis pocas expectativas y que aunado al momento del día, en el cual todo lucía con un toque mágico por la niebla, el frío, la brisa de una lluvia ligera pero constante y los grises con verdes de los edificios enmarcando el panorama. Caminamos por las calles empedradas cercanas al muelle donde partiría nuestro ferry hacia Turku, Finlandia. Estuvimos poco tiempo ahí, pero al saberlo yo disfrutaba más el recorrido que para mi suerte, lo hacíamos en el distrito del arte. Indudablemente, Estocolmo me sorprendió y dejó en mí el deseo de conocerle en un futuro más profundamente, quizá… ojalá.
Ya a bordo en el barco -un monstruo impresionante de más de 8 pisos, con tiendas, casinos y bares a disposición de la tripulación- ambos comenzábamos a crear expectativas para Finlandia. Pero, ¿Por qué Finlandia? ¿Por qué nuestra insistencia en conocer uno de los países más fríos y caros, si éste no estaba dentro del proyecto? Probablemente la respuesta es nostalgia. En la vida de Juan, Finlandia es un capítulo muy importante, pues fue precisamente ahí que él se formó -o quizá se descubrió- a sí mismo como profesor de una Folk High School en Viittakiven Opisto y en donde obviamente había dejado muchos amigos y personajes importantes en una historia que yo quería descubrir y que él estaba dispuesto a compartir conmigo.
El recuento comenzó en Turku, antigua capital del país. Entonces, tres cosas sabíamos: una, que nos quedaríamos en casa de una ex alumna y amiga de Juan, Emmi, quien se encontraba haciendo un viaje en bicicleta por el norte del país con su novio; dos, que Juan haría una presentación en Paasikiven Opisto, una escuela de diseño y fotografía; y tres, que visitaríamos Estelle un barco de vela y un proyecto de comercio justo que lleva más de veinticinco años construyéndose -y reconstruyéndose- y qué, precisamente ahora tiene los ojos y el corazón puestos en zarpar hacia México. Lo primero fue fácil, llegar a casa de Emmi y en la cual en cuestión de horas, ya nos sentíamos cómodos. Lo segundo: la presentación en la escuela fue bastante buena pues los alumnos atendieron con mucho interés. La tercera, sin embargo, fue bastante difícil pues fuimos al barco y no encontramos a nadie, al otro día fuimos a las oficinas y unos voluntarios nos dijeron que el director del proyecto no se encontraba. Lamentablemente fue imposible conocer más profundamente ideas e intenciones del proyecto de viaje a nuestro país. Fue así que sin éxito en esto último, decidimos irnos hacia Helsinki.
Ya estando en la capital buscamos un departamento que un amigo de Juan nos ofreció y él cual, con el tiempo se convirtió en una cálida base que nos permitía aparte de dormir y protegernos del cada vez más fuerte frío; cocinar, tener privacidad y tener una caminata larga y agradable –y muy romántica, por cierto- para movernos en la ciudad.
Unos días después de instalados en la capital, nos fuimos a Punkaharju, para dar otra presentación en otra escuela y ver a Heikki (quien amablemente nos prestó el departamento de Helsinki). Tengo que decir que había sido advertida de la belleza natural de este país y sobre todo de esa región, pero ya estando ahí a ambos nos impresionaba conocer y reconocer los horizontes de los árboles más famosos de Finlandia abetos, pinos y los esplendorosos ocres otoñales de abedules reflejándose en los lagos que abundan en el territorio. Con ese escenario llegamos a la escuela donde todo se preparaba para la presentación que sería al otro día, mientras tanto, conocimos a la encantadora Maija, directora/madre de la escuela. y ya entrada la noche tomamos un famoso sauna en medio del bosque y, para mi sorpresa, completamos la tradición/experiencia finlandesa de salir corriendo del vapor hacia un rápido zambullido en el agua fría del lago. En Ita-karjalan Kansanopisto, una vez más, habíamos sido recibidos con muchas atenciones, pero la mejor parte fue al día siguiente, cuando después de terminada la presentación, los alumnos hicieron una retroalimentación muy especial, pero sobre todo cuando un joven refugiado afgano se para y conmovido agradece a Juan frente a todos, el contenido de su presentación. La emoción de sus palabras adquiría otra dimensión y daba fuerza y sentido al trabajo que Juan venía haciendo con los años y a quien descubrí profundamente conmovido por las palabras del chico.
Además de las presentaciones, parte elemental de este viaje era encontrarnos con viejos amigos y personalidades en la vida de Juan en Finlandia. Así pues, visitamos en Helsinki a Tuula y su esposo, Jorma y Piki y más tarde fuimos a Hameelinna para ver a Erkki, Tanja y su encantadora familia; Leena , antigua directora de Viittakivi y al famoso y peculiar Albert y su esposa Rakel. En cada una de las casas que nos recibió y cada una de las historias que fueron compartidas, fui armando una imagen cercana de la vida de Juan durante los años que vivió en Finlandia.
Con todo esto tuve la oportunidad de descubrir que, contrario a la primera imagen fría de los finlandeses, una vez que abren las puertas de su casa y de su corazón, son personas cálidas y leales. Asimismo, fui sorprendida por la estructura que tiene la educación en este país, el cual invierte en el conocimiento y desarrollo de herramientas para sus habitantes. Quedé encantada por sus bosques y escenarios naturales. Así también, esta cultura dejó fuerte impronta en la visión que ahora tengo por el arte y el diseño contemporáneo.
Todo lo vamos viviendo codo a codo, dos enamorados recorriendo el mundo con un proyecto: “Doce” y un sueño compartido: conocer nuestras historias personales mientras armamos una en común.
Dejábamos Escandinavia, una de las regiones más organizadas del mundo y en contraste, frente a nosotros palpitaba la cercanía de otro país y otra cultura en donde sería grabado el séptimo niño. Un país que Juan había ya visitado por varias ocasiones y que para mi había sido siempre un sueño. ¿Qué impresiones causaría para nosotros La India, uno de los países más diversos y contrastantes del planeta, pero sobre todo después de este viaje por Escandinavia? Eso, estábamos por descubrir.