viernes, 6 de agosto de 2010

la tierra de la larga nube blanca


En el verano de 1993 conocí en un vuelo de Singapur a Calcuta (hoy Kolkata) a Geoff Wilson, quien me invito a ir (en cuanto terminara mi viaje por la India) a Nueva Zelandia, la idea se planto fuerte y profunda en mi deseo, siempre apunto de partir sucedía que algo lo prevenía; así pasaron 17 años hasta que por fin gracias a TWELVE, puedo llegar ahora junto a Nallely a esas lejanas tierras.
Depende del mapa en que se vea (ejemplo, los neozelandeses tienen un mapa donde se muestra que nueva Zelandia esta en el centro o muy cerca del mismo), generalmente los mapas muestran a Nueva Zelandia lejos en la esquina de abajo a la derecha, y aunque así lo muestra esa impresión de dos coordenadas, la que se da en la tercera dimensión, pareciera corroborar mejor tal impresión de lejanía. Para dos mexicanos estar en China, después de viajar todo el tiempo en dirección Este, era como en verdad sentirse lejos de casa.
Entonces tomar un avión desde Beijín por 13.5 horas fue como, ahora si, saberse lejos, bien lejos de casa. Algo razonable es que los kiwis (neozelandéses) no lo ven de esa manera, para ellos los lejanos somos nosotros, los que venimos de tierras allende el océano.


Por mas que busque a Geoff no lo pude encontrar, pero encontré mucha otra gente que como él me demostraba lo hospitalario que esa nación puede ser. El plan era llegar a Christchurch en busca de un niño de 12 años para el proyecto, ahí conoceríamos a Chris y Kate quienes Monica y Lars de Stairway Foundation en Filipinas nos habían recomendado.
Al llegar a Auckland en las isla norte nos encontramos con Kevin, su personalidad y sus ideas (por cierto subió a youtube una entrevista que nos hizo), nos motivaron a establecernos fuertemente en la red y fue el quien inyecto nueva energía al proyecto. Sus consejos de conectarnos mas al mundo nos llevaron a conocer otras personas, como Helen Mays de Palmerston North, quien nos entrevisto para su programa de tv así como su esposo Richard para el diario local.


Unos mese antes en Cambodia, nos habíamos enterado que Branka Cikac (antigua alumna mía del otoño 2002 en IPC, Dinamarca), una linda e inteligente mujer de Croacia, se encontraba viviendo cerca de Wellington, haciendo su vida con Peter su compañero Belga. Cierto día Branka me lleva a un pueblo como a una hora de su casa, la idea era tomar fotos de gente Maori y ahí seguro encontraríamos varias. Cuando me entero que existía una universidad popular Maori, voy a visitarla para ofrecer mi presentación Gaia, mientras hablo con Oriwia Rureti una de las directoras, el proyecto TWELVE sale a la conversación y para mi sorpresa Oriwia me dice tener un hijo de 12 años: Atawhai, quien se convirtió de inmediato en el onceavo niño. Lo que deseábamos: un niño Maori que representara a Nueva Zelandia o como ellos le llaman Aotearoa. Sorpresas, gusto y aceptación nos da a todos y decidimos hacer la grabación al regreso de la isla sur donde se encuentra Christchurch (primera vez que Nallely viajaría en autostop). El viaje nos corroboro la impresión inicial de estar frente a gente pacifica y amigable.



Al regresar de unos días en Christhchurch (donde estuvimos con Chris de Nueva Zelanda, Kate de Estados unidos y Maia, una pequeña hada que adornaba nuestros días con la frescura y lo agradable que es estar con una niña bien educada), empezamos a organizarlo todo para la entrevista y una visita a la escuela primaria Maori de la pequeña ciudad de Otaki. La fuerza de la cultura Maori es impresionante. Hombres y mujeres de cuerpos grandes y piel morena con porte se distinguen fácilmente y se reconoce también que son ellos quienes han dado una colorida identidad cultural a este país. Nos cuentan que hace un par de décadas, la cultura Maori estaba a punto de desaparecer, ahora años después se han organizado entre ellos para recuperar su idioma y proteger su identidad. En el rescate cultural, han descubierto costumbres y deportes. Han retomado con fuerza tradiciones como el Hapa Haka y el Hongi, saludo en el que dos personas ponen frente con frente y nariz con nariz.


Nueva Zelandia, nación moderna de principalmente inmigrantes europeos y últimamente asiáticos que junto con la gente polinesia que habitaba antiguamente las islas crean ahora el tapete multicultural globalizado que ejemplifica esa nación. Pensar en NZ es pensar en un radio 10 a 1 entre borregos y humanos, pensar en el equipo nacional de Rugby ALL BLACKS y su kapa haka performance antes de que inicien sus partidos, es pensar en la trilogía el señor de los anillos, o en Edmund Hillary y su ascensión al punto mas alto del mundo, pensar en hermosos panoramas naturales y en diversos mares rodeando las islas, es pensar en uno de los estándares de vida más balanceados y es quizá por eso que mucha gente ha emigrado a ese lugar. Oceanía guarda un país organizado, desarrollado y bastante cercano a la naturaleza. Pocos habitantes y un clima diverso. Pensar en Neo Zelandés es pensar en amistad, en sencillez y en un una persona que a pesar de estar en la “esquina del mundo” se sabe innovadora y universal.


El encuentro con nuestros anfitriones estuvo lleno de conversaciones interesantes e intereses en común, aparte de habernos ayudado mucho dándonos hospedaje, hicieron nuestra estancia rica y hogareña. Y es que en este viaje, los colores los da la gente, como ya he mencionado antes y aquellos que nos reciben en sus casas, son lo más cercano que tenemos para comprender la cotidianidad de una cultura. Gran porcentaje de lo que aprendemos en el viaje es gracias a esa gente que nos abre las puertas de su casa y muchas veces de su corazón. Ojalá algún día podamos dar de regreso lo que se nos ha dado en este viaje… calorcito de hogar, lo más cercano que pudimos sentirnos a casa.

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